sábado, 14 de enero de 2017

Carajacas un enyesque típico.

En otras ocasiones les he comentado la variedad inmensa y de calidad que posee la cocina canaria, hoy les traigo un plato que marcó la infancia de muchos canarios de muchas generaciones, por desgracia una receta que hoy en día es propensa al olvido, por ello me apunto a romper una lanza de este fabuloso plato. En nuestro recetario antiguo se encontraba en el apartado de Enyesques, traducido al castellano castizo entrante.
Para los que desconocen o para los que han olvidado hoy toca marcarnos una de Carajacas, seguro que en este momento he provocado más de un vuelco de corazón y en otros unas lágrimas de nostalgia, ¡bendito fogón de las abuelas!.
Siete islas, mil variantes, siete islas un mismo recuerdo, todo nace de un fogón, un recuerdo y posiblemente una abuela y ese pedazo hígado asado y luego terminado con ese "adobo".
Lo de mil recetas viene porque lo he probado en distintas islas y a cual más rico, me lo han preparado con pimienta verde, con mojo picón, con vino y luego cebolla frita, con ron, con pimienta palmera, otro que era similar a un embarrado, con mojo y chorizo palmero ¡ que recuerdos!.
En mi caso hay una receta que me mola mucho, mucho, igual porque intervienen varios puntos de vista, igual porque esta santa señora que me enseñó su receta hizo que salivara brutal y cruelmente esperando este manjar que por supuesto venia escoltado con unas papas arrugadas.
Ahí va la receta, haganla y perviertanse con este " enyesque".
Receta para 4 personas humanas.
1 kilo de hígado de res fileteado en "lascas" finas.
3 pimientas palmeras.
1 golpe de vino blanco.
1 golpe de vinagre.
Unos granos de pimienta negra.
Unos granos de comino.
Pimentón.
1 cabeza de ajos.
1 chorizo palmero ( de ese de untar).
Sal
Para esto necesitamos un invento de hace siglos que muchos utilizan como decoración, un mortero.
En el mortero ponemos los ajos con unas lágrimas de sal, añadimos las pimientas hidratadas y picadas y ala a darle caña hasta conseguir una pasta, añadimos ahora el comino, los granos de pimienta y como decía el anuncio de las natillas ¡repetimos!. Le toca al pimentón, luego el vino blanco y el vinagre, terminamos con el chorizo. Hecho esto le toca jugar al protagonista de la receta, el hígado.
En una sartén bien caliente doramos por ambos lados el hígado dando un toque de sal, añadimos lo del mortero y dejamos cocinar, retiramos el hígado y añadimos una hoja de laurel y un pellizco de orégano al asunto, dejamos unos minutos y volvemos a meter el hígado. Final digno para este plato. Yo no se ustedes pero ahora que anda caliente y las papas ya están corro a la mesa al grito de ¡Niños a comer!. Por cierto en esta también pueden terminar este plato con una juliana de cebolla fritita.

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